lunes, 31 de julio de 2017

ALGUNAS CLAVES PARA ENTENDER LA ACTUAL SITUACIÓN VENEZOLANA


Desde hace varios meses, en Venezuela se vive una situación de aguda crisis política en la que los sectores reaccionarios y pro-imperialistas, organizados en torno a la plataforma denominada Mesa de Unidad Democrática (MUD), que disponen de una representación mayoritaria en la Asamblea Nacional [1], movilizan diariamente, en las calles de Caracas y otras ciudades, a miles de sus partidarios en un intento de derribar al gobierno de Nicolás Maduro.

Estas movilizaciones, que en muchas ocasiones son simultáneas a las “guarimbas” [2], están dando lugar a fuertes enfrentamientos entre los sectores populares que apoyan al gobierno y aquellos otros que tratan de derrocarlo por todos los medios y que no dudan en recurrir al empleo de mercenarios y grupos paramilitares, con objeto de tensar al máximo la situación y provocar un golpe militar o justificar una intervención extranjera. Resulta significativo que las movilizaciones promovidas por estos sectores se han ido acrecentando desde que Donald Trump accedió a la presidencia de EEUU.

En un artículo publicado en febrero de 2014, antes de que la MUD hubiese alcanzado la mayoría en la Asamblea Nacional, Ignacio Ramonet ya advertía de la preparación de un golpe de Estado “lento” en Venezuela. En ese sentido, decía que:

“A pesar de haberse unido bajo el liderazgo de Henrique Capriles, la oposición perdió cuatro elecciones sucesivas. Frente a ese fracaso, su fracción más derechista, ligada a Estados Unidos y liderada por el ex-golpista Leopoldo López, apuesta ahora por un “golpe de Estado lento”. Y aplica las técnicas del manual de Gene Sharp. En una primera fase: 1) crear descontento mediante el acaparamiento masivo de productos de primera necesidad, 2) hacer creer en la “incompentencia” del gobierno, 3) fomentar manifestaciones de descontento e 4) intensificar el acoso mediático.

Desde el 12 de febrero, los extremistas pasaron a la segunda fase, propiamente insurreccional: 1) utilizar el descontento de un grupo social (una minoría de estudiantes) para provocar protestas violentas y arrestos, 2) montar “manifestaciones de solidaridad” con los detenidos, 3) introducir entre los manifestantes a pistoleros con misión de provocar víctimas en ambos bandos (la experticia balística determinó que los disparos que mataron en Caracas, el 12 de febrero, al estudiante Bassil Alejandro Dacosta y al chavista Juan Montoya fueron hechos con una misma pistola, una Glock calibre 9 mm), 4) incrementar las protestas y su nivel de violencia, 5) redoblar la acometida mediática, con apoyo de las redes sociales, contra la “represión” del gobierno, 6) obtener que las “grandes instituciones humanitarias” condenen al gobierno por “uso desmedido de la violencia”, 7) conseguir que “gobiernos amigos” lancen “advertencias” a las autoridades locales...” [3].

A continuación, vamos a tratar de profundizar en distintos aspectos de la realidad venezolana, en el análisis de sus contradicciones internas, con objeto de disponer de más elementos de juicio que nos permitan adoptar una posición objetiva sobre los acontecimientos que se desarrollan en aquel país.       

1.- Estructura de clases de la sociedad venezolana

En las primeras décadas del siglo XX, la economía venezolana experimentó un importante cambio al pasar su principal riqueza, el petróleo, a ser controlada por el capital monopolista extranjero. Con ello, Venezuela pasó a convertirse en una semi-colonia y la base de su economía pasó de la agricultura a la minería.

El petróleo tuvo un fuerte impacto sobre la estructura social venezolana,dando lugar a la aparición de nuevas fracciones de la burguesía ,como la que se desarrolló en torno al sector de la construcción, al mismo tiempo que se consolidaban otras de sus fracciones como la burguesía comercial y la financiera. No obstante, la fracción hegemónica del bloque de poder continuó siendo la formada por los grandes terratenientes. 

Aunque en la formación económica y social venezolana continuó habiendo diversos vestigios precapitalistas, el capitalismo se consolidó como el modo de producción dominante. En esta época tuvo lugar un fuerte movimiento migratorio del campo a la ciudad, de tal forma que el proceso de urbanización posibilitó la posterior industrialización del país. Esto supuso, por ejemplo, que miles de campesinos emigraron hacia los campamentos petroleros, dando lugar al surgimiento del proletariado petrolero, cuya aparición representó un importante cambio en la estructura del movimiento obrero venezolano.   

Durante las décadas de 1930 y 1940 se fue creando un nuevo bloque de poder de la clase dominante venezolana, en el que participaron algunas fracciones de la nueva burguesía industrial, junto con la burguesía comercial (importadora) y la burguesía financiera (bancaria), que actualizaron su alianza con el imperialismo.

“La primera mitad del siglo XX en Venezuela es la etapa de su consolidación como economía capitalista dependiente del petróleo. Esta situación no siempre fue así. En el siglo XIX, Venezuela era agraria y exportaba cacao y café. Es en 1926 cuando se impone la Venezuela minera con la explotación de petróleo de la mano de corporaciones transnacionales y un modelo de importaciones de bienes de consumo. El cambio de estructura comercial provocó un cambio de estructura social. La migración del campo a la ciudad construyó grandes cinturones de pobreza alrededor de las ciudades y Venezuela pasó de un 85/15 porciento rural/urbano en 1926 a 16/84 por ciento rural/urbano en 1991.” [4].

Desde los últimos años de la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935) [5], diversos sectores de los grandes propietarios agrícolas (terratenientes) se fueron fusionando con la burguesía comercial (importadora), así como con la burguesía industrial (especialmente del sector de la construcción). Es a partir de 1950 cuando comienzan surgir nuevas fracciones de la burguesía, uno de cuyos principales rasgos fue su carácter fuertemente parasitario, debido a su creciente dependencia de los créditos del Estado burgués, así como de subsidios y exenciones tributarias.      

En las décadas de los años 1950 y 60 la burguesía industrial se fue haciendo con la hegemonía en el bloque de poder de la clase dominante, manteniendo siempre su alianza con la burguesía importadora y la bancaria, así como con la nueva burguesía agraria.

A diferencia con las burguesías de otros países de su área geográfica (tales como Argentina, Brasil, Chile o México, por ejemplo), la burguesía industrial venezolana surgió ligada al proyecto imperialista de desplazar capitales del área de las materias primas a la industria. Por eso, en Venezuela, a diferencia de otros países latinoamericanos, no se puede hablar con propiedad de la existencia de una burguesía "nacional".

Junto a la burguesía industrial venezolana, se han desarrollado otras fracciones de la burguesía, tales como: la burguesía agraria, consolidada con el desarrollo del capitalismo agrario desde la década de 1950; la burguesía del sector de la construcción; la burguesía comercial, que asociada con empresas multinacionales,  controla las grandes distribuidoras y los supermercados; así como la burguesía financiera, que se ha enriquecido durante las últimas décadas debido al impulso  que ha ido experimentando la circulación de capitales a nivel mundial.

A partir de la década de los años 1970, se han ido produciendo algunos cambios en la estructura de clases venezolana. Por una parte, la burguesía industrial manufacturera debe compartir el poder con la gran burguesía financiera, y el sector de burguesía emergente vinculdo a las empresas del Estado.

Dentro de la burguesía industrial también empieza a producirse una diferenciación entre la tradicional burguesía orientada al mercado interno (sectores textil, metalúrgico, alimenticio, etc.) y la burguesía orientada a la exportación (que se desarrolló a raíz del impulso que adquirieron las industrias exportadoras, que pasaron de unas ventas por valor de unos 50 millones de dólares en 1974 a unos 1.000 millones en 1980). Este sector burgués de más reciente formación, es el que mejor se ha insertado en el nuevo modelo de acumulación capitalista mundial, y está asociado tanto con las empresas multinacionales como con las empresas estatales [6].

La principal asociación patronal venezolana es FEDECÁMARAS, en la que se agrupan empresarios de hasta 14 sectores económicos distintos. Representa los intereses comunes de la gran burguesía, aunque también se incluyen en ella algunos sectores de la mediana y pequeña burguesía venezolan. Se opuso con fuerza, al gobierno de Hugo Chávez, desde el momento en que éste ganó las elecciones en 1999. Apoyó el “paro nacional” 12 horas del 10 de diciembre de 2001, y también estuvo involucrada en el fallido golpe de Estado llevado a cabo por un grupo de militares entre el 12 y el 14 de abril de 2002.

2.- Importancia geoestratégica de Venezuela

Venezuela se ubica en la zona tropical. Tiene una excelente posición geográfica, al encontrarse en el hemisferio norte y formando parte del territorio continental americano; de lo que se derivan numerosas ventajas. También es un país abierto a diferentes espacios marítimos, tanto del Mar Caribe como del Océano Atlántico. Esta excelente posición geográfica le permite una fácil comunicación marítima y aérea, tanto para el tráfico de personas como de mercancías, con los principales centros económicos y culturales de todo el mundo. Debido a su proximidad al canal de Panamá, mantiene una relativa equidistancia respecto a Asia meridional y Extremo Oriente.   

Venezuela es el país más septentrional de América del Sur. Tiene un área de unos 916.445 kilómetros cuadrados y limita al Oeste con Colombia, al Sur con Brasil, al Este con Guyana y el Océano Atlántico y al Norte, a través de su mar territorial, con la República Dominicana y territorios pertenecientes a EEUU (Puerto Rico y Santa Cruz), o a Francia (Martinica y Guadalupe, etc.).  
       
Venezuela es un país con dos fachadas: la marítima, se orienta hacia el Mar Caribe y el Océano Atlántico; y la continental, que tiene tres frentes: el andino, el llanero y el amazónico. Ambas le proporcionan ventajas económicas, geopolíticas y sociales. Su territorio está formado por la parte continental (tierra firme), que comprende 915.175 km2; el territorio insular (islas), que abarca 1.270 km2; el espacio aéreo; y las áreas marinas y submarinas.

La población venezolana se caracteriza por tener unas altas tasas de crecimiento interno y de inmigración foránea, siendo de unos 28.000.000 habitantes aproximadamente (datos estimados para 2009). Se trata de una población mayoritariamente joven, con una alta esperanza de vida, que se distribuye de  forma preferente en el sector septentrional del país en montañas y costas. Alrededor del 93% de esta población vive en ciudades, mientras que la población rural representa únicamente el 7%. El conjunto, se concentra en nueve grandes espacios urbanos.

Venezuela tiene amplias líneas de costa que alcanzan en el mar Caribe a una fachada marítima de 2.813 kilómetros de longitud y de 1.008 kilómetros de riberas continentales en el océano Atlántico. Las fronteras venezolanas están, en su mayor parte, delimitadas, pero aún quedan por delimitar algunos tramos en sus áreas marítima y submarina con Colombia así como con algunas islas del Mar Caribe (Dominica, St. Kitts-Nevis, Santa Lucía, Monserrat, Grenada y Saint Vicent).

Venezuela posee una gran variedad de yacimientos minerales se distribuyen por el Escudo de Guayana, al sureste del país. En esta área se localizan importantes depósitos de hierro, bauxita, oro, diamantes, caolín, barita y manganeso.

En el norte de Venezuela se encuentran importantes yacimientos de carbón, níquel, zinc, cobre, plata, plomo, arenas silíceas y cromo, así como otras especies minerales como titanio, platino, plomo, wolframio, estaño, cobalto, mercurio, magnesita, vanadio, bismuto, niobio y tierras raras. Actualmente, están siendo explotados yacimientos de más de 30 minerales. En el subsuelo venezolano existen grandes reservas probadas de petróleo y gas natural. Además, Venezuela posee grandes reservas de hierro y bauxita, así como importantes yacimientos de oro y diamantes, de importante valor. Todo ello hace que Venezuela constituya un objetivo de inapreciable valor para el imperialismo yanqui y las empresas multinacionales.

3.- “Extractivismo” y dependencia económica

Con este término nos referimos a una forma de organizar la economía de un país, en base a la extracción intensiva (en grandes cantidades) de recursos naturales, con muy bajo nivel de procesamiento (valor añadido) y destinado para su venta en el exterior (exportación). El extractivismo crea una doble dependencia. Por una parte, el país que lo practica depende en gran medida de la extracción (del mineral, del petróleo o también del cultivo de un determinado producto) para su exportación. Con ello, también acaba cayendo en la dependencia de los mercados internacionales y del mayor o menor precio que en ellos se paga por el producto exportado.

En general, puede decirse que el extractivismo tiene un efecto distorsionador sobre la estructura económica del país que lo practica. Según afirman Jürgen Schuldt y Alberto Acosta:

“Aunque pueda causar sorpresa, la evidencia reciente y muchas experiencias históricas nos permiten afirmar que los países que se han especializado en la extracción y la exportación de recursos naturales, normalmente no han logrado desarrollarse. Sobre todo aquellos que disponen de una sustancial dotación de uno o unos pocos productos primarios parecen estar condenados al subdesarrollo, atrapados como están en una lógica perversa, conocida en la literatura especializada como “la paradoja de la abundancia” (Karl 1997). La profusión de recursos naturales de que disponen tiende, entre muchos otros procesos endógenos de carácter patológico que la acompañan, a distorsionar la estructura y la asignación de los recursos económicos del país, redistribuye regresivamente el ingreso nacional y concentra la riqueza en pocas manos, mientras se generaliza la pobreza, da paso a crisis económicas recurrentes, al tiempo que consolida mentalidades “rentistas”, profundiza la débil y escasa institucionalidad, alienta la corrupción y deteriora el medio ambiente”. [7].

Uno de los efectos más frecuentes de las políticas económicas extractivístas es el conocido en la teoría económica como la “enfermedad holandesa” [8] que en Venezuela ya se viene constatando desde 1928 y cuyos efectos aún no han cesado, a pesar de las reformas emprendidas por los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro.

La dependencia económica que generan las políticas extractivistas, a su vez, está estrechamente relacionada (en una relación dialéctica de mutua interdependencia) con el “subdesarrollo”. El economista marxista francés Charles Bettelheim ya planteó tres condiciones imprescindibles para que los países dependientes, eufemísticamente denominados como “subdesarrollados”, pudieran poner fin a la explotación financiera y comercial, que estaban en el origen de su situación de dependencia y pudieran superar ésta:

“..…cualquier política de lucha contra el subdesarrollo entraña necesariamente, como parte integrante, una política de industrialización.

      La industrialización, la modernización de la agricultura, la diversificación de la economía, constituyen los principales aspectos del esfuerzo en pro del rápido desarrollo de las fuerzas productivas.” [9].

Pero, lejos de proceder en ese sentido, como veremos más adelante, los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, como resultado de sus contradicciones internas, vacilaciones e inconsecuencias, y haciendo gala de una escasa visión estratégica y de un alto grado de ineficacia económica, no sólo han sido incapaces de aprovechar los años de “bonanza” de la renta petrolera (cuando aún estaba alto el precio de los crudos, que comenzó a descender significativamente a partir de finales de 2014) para romper con el extractivismo y la dependencia que éste genera, sino que están profundizando aún más en esa errónea política. Una muestra de ello es la activación de la explotación del Arco Minero del Orinoco [10],  llevada a cabo el pasado mes de mayo.

4.- La “revolución” bolivariana

El proceso político que comenzó a desarrollarse en Venezuela con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia del país (2-02-1999) y cuya dirección, tras el fallecimiento de éste (5-03-2013) pasó a manos de Nicolás Maduro, no puede considerase propiamente como una revolución.

Es evidente que no se trata de una revolución democrático burguesa, pues este tipo de revoluciones corresponde a un periodo histórico distinto, el del tránsito del feudalismo al capitalismo. Tampoco se puede definir como una revolución socialista, pues en esta ocuparía el papel dirigente la clase obrera y de ella surgiría un nuevo tipo de poder que, históricamente, se ha definido como de “dictadura del proletariado”. Por razones similares, tampoco se podría calificar de revolución democrático popular o de nueva democracia, pues en ella también desempeñaría el papel dirigente la clase obrera, aunque la fuerza motriz principal podría ser el campesinado o el conjunto del pueblo trabajador pero que, en cualquier caso, requeriría de un sistema de alianzas de clase.

Por ello, lógicamente, podemos considerar que su naturaleza no es la de un proceso revolucionario sino la de un proceso reformista aunque, eso sí, se trata de un proceso reformista radical, de contenido profundamente antiimperialista. Y, en relación con ello, la fuerza política impulsora de dicho proceso, el movimiento chavista, parte del cual cristalizó en la creación del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), en marzo de 2008, podría considerase como una variante de izquierda de la socialdemocracia, radical y antiimperialista.

4.1.- La etapa de Hugo Chávez (1999-2013)

1er. Periodo (1999-2001). Se inicia con la victoria electoral del Movimiento Quinta República (MQR), el partido fundado por Chávez, en las elecciones de 1998. En 1999 se aprueba una nueva Constitución.

2º. Periodo (2001-2007). En este periodo ya tuvo lugar el “paro nacional” de 12 horas convocado por FEDECÁMARAS (10-12-2001), y se produce el primer intento de derrocamiento del gobierno reformista de Chávez (11-14 de abril de 2002) por parte de un grupo de militares, en connivencia con la ejecutiva de la patronal venezolana. Entre diciembre de 2002 y febrero de 2003 también se produjo el llamado “paro petrolero”, promovido por FEDERCÁMARAS y la dirección de Petróleos de Venezuela (PDVSA), así como la llamada Coordinadora Democrática y el sindicato Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), que contaban con el apoyo de diversos medios de comunicación vinculados  distintos grupos financieros.

Durante este periodo y a partir de 2003 el gobierno chavista impulsa una serie de reformas socioeconómicas, en la línea del “Estado de Bienestar (neokeynesiano), conocidas con el nombre de “misiones” [11]. En septiembre de 2005, el gobierno de Chávez inicia la Reforma Agraria que ya venía anunciando desde el 2000. Una tímida reforma agraria que no logró quebrar el poder económico y político de los grandes terratenientes pues, en muchos casos, se limitó a expropiar las tierras baldías o deficientemente cultivadas e incluso, los antiguos propietarios continuaron manteniendo la propiedad sobre una parte de las mismas.

3er. Periodo (2007-2013). En 2007 se fundó el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), a partir de varios grupos y organizaciones de izquierda, entre ellos el Movimiento Quinta República (MQR) que había sido creado por Chávez en 1997.

Durante estos años, cuando todavía era elevado el precio del petróleo, los ingresos derivados de la exportación de crudo pudieron paliar los errores cometidos en la aplicación de la  política económica chavista. No se había producido la anunciada mecanización del campo, ni la modernización y diversificación de la débil industria venezolana. En 2008, el gobierno de Chávez se vio obligado a aumentar las importaciones hasta en un 40%. Y, ese mismo año, la producción agrícola, en algunos casos, se situó al nivel de 1998 [12].  

Entre 2008 y 2009 tuvo lugar una importante recesión económica, cuyas causas, según Haiman Troudi, se encontraban en:

“El crecimiento menos acelerado del PIB durante el año 2008, y la recesión del 2009 obedeció a la disminución de todas las variables que participan en su determinación: el consumo, la inversión, la exportación (tanto privada como pública), y la importación.” [13].

Al mismo tiempo, durante este periodo se fue configurando un sector de la burguesía vinculado a altos miembros del aparato del Estado y que se beneficia de contratos y concesiones, permisos de explotación, etc. Un sector desarrollado al abrigo de la corrupción política. Es lo que popularmente se ha conocido como “boliburguesía” (burguesía bolivariana), aunque se trata de un sector que, como tal, no ocupa un lugar específico en la estructura de clases de la formación social venezolana.

Por otra parte, en el bagaje positivo del periodo de Chávez habría que incluir el impulso dado a la creación de los Consejos Comunales y de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), aunque estos hayan ido perdiendo su autonomía inicial hasta llegar a convertirse en organismos dependientes de la administración chavista y vinculados al PSUV.  

4.2.- La etapa de Nicolás Maduro (2013-    )

Tras la muerte de Hugo Chávez le sustituyó en la presidencia del gobierno Nicolás Maduro. Es a partir de entonces cuando comienza a estrecharse el cerco contra el chavismo. Esto ocurre en una situación internacional caracterizada por  la creciente agudización de las contradicciones inter-imperialistas, entre el bloque hegemonizado por EEUU y el encabezado por el tándem China-Rusia, en la que el imperialismo norteamericano trata de recuperar las posiciones perdidas en América Latina.

A partir de 2014 empiezan a bajar significativamente los precios del petróleo en el mercado internacional, lo que hace más difícil la utilización de la renta petrolera para paliar los efectos de la crisis y el desabastecimiento de productos de primera necesidad (en buena medida provocado por el acaparamiento sistemático que llevaban a cabo los sectores antichavistas).

El 8 de diciembre de 2015, la oposición reaccionaria venezolana, agrupada en la MUD, logra hacerse con una mayoría cualificada en la Asamblea Nacional, donde logra 109 escaños (64.07%) de167, mientras el PSUV sólo consigue 55 escaños (32.93%) de los 162 que había tenido hasta entonces. Unas elecciones en las que hubo una participación del 74.25%, y cuyo resultado sólo lo explica el cansancio de una parte importante del pueblo trabajador venezolano por una situación socioeconómica y política cada día más deteriorada.

En 2015 llega al poder el ultraconservador Mauricio Macri, en Argentina y en agosto de 2016, Michel Temer en Brasil. Con ello, el gobierno de Nicolás Maduro pierde dos de sus principales apoyos en América Latina.

El 24 de noviembre de 2016 se firma el acuerdo de paz definitivo entre el gobierno colombiano y las FARC, con lo que queda desactivado un enfrentamiento armado de varias décadas de duración y también priva de un posible aliado al gobierno venezolano.

A principios de 2017, Donald Trump alcanza la presidencia de EEUU, con lo que la burguesía pro-imperialista venezolana ve reforzarse considerablemente sus apoyos internacionales. Unos apoyos con los que también contaba por parte de la UE, así como de algunos partidos españoles como el PSOE, el PP y el PNV entre otros.

Igualmente hay que destacar la posición cuasi unánime de los principales medios de comunicación  internacionales (prensa, radio y TV), incluidos los españoles, en sus furiosos ataques contra el gobierno de Nicolás Maduro, al que constantemente se tilda de dictatorial, corrupto, asesino y hasta de narcotraficante. 

En una situación así, el gobierno chavista emprende lo que se podría calificar de una “huída hacia adelante”. Por una parte, trata de apoyarse más en el ejército, para lo que no duda en involucrar a éste en tareas propiamente económicas, con objeto de lograr un apoyo más firme por su parte, concediendo nuevas atribuciones (y privilegios) a la cúpula militar [14]. Es así como hay que entender la creación de la Compañía Militar de Industrias Mineras Petroleras y Gasísticas (COMIMPEG) en marzo de 2016 y su reciente asignación a la explotación del “arco minero del Orinoco”.

Por otra parte, impulsando una reforma constitucional. Para ello, el gobierno de Nicolás Maduro, se ha apoyado en una parte del aparato estatal que aún controla, para utilizarlo contra otra que ya se ha escapado a su control. En realidad, lo que está ocurriendo es que la lucha de clases se está desarrollando tanto a nivel de la calle como en el propio ámbito de las instituciones, del aparato del Estado burgués.

Así, el 28 de marzo de este año, La Sala Constitucional (SC) del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) declaró en “desacato” a la Asamblea Nacional (AN), reduciendo la inmunidad de sus parlamentarios. Y como consecuencia de ello, mientras durase esta situación, se declaraba con capacidad para asumir algunas de sus funciones (29-03-2017). El 30 del mismo mes, el TSJ retiraba algunos de los poderes de la AN, adjudicándoselos al gobierno.

A primeros de abril, la burguesía reaccionaria se lanza a la calle provocando violentos enfrentamientos con la policía bolivariana. Unos enfrentamientos que, unidos a los destrozos de instalaciones y empresas, incendios, saqueos, linchamientos de partidarios del gobierno, etc., ha producido ya más de un centenar de muertos. 

El 23 de mayo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) convocaba elecciones para la creación de una Asamblea Nacional Constituyente, para el 30 de julio. A partir de ese momento, la burguesía pro-imperialista radicaliza aún más sus acciones. El 16 de julio convoca un consulta para rechazar el proyecto del gobierno en la que, según sus organizadores, participarían un total de 7.2 millones de personas y par la que contaron con la presencia de un grupo de “observadores” internacionales formado por varios ex presidentes latinoamericanos, como Lura Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica), Vicente Fox (México), Andrés Pastrana (Colombia) y Jorge Cuto Quiroga (Bolivia), lo que nos puede dar una idea de los apoyos internacionales con que cuenta la oposición reaccionaria venezolana.

El 20 de Julio convocaron un paro de 24 horas, y los días 26 y 27 otro de 48 horas. Tal como está la situación, no sería de extrañar que pudiera desembocar en un golpe militar o en una intervención extranjera, tal como reclaman insistentemente los “demócratas” de la MUD y de FEDECÁMARAS.

5.-A modo de conclusión

En un país en el que el proletariado no tiene una entidad importante, que en gran medida se circunscribe al sector petrolero (extracción y petroquímica); y en el que no existe una burguesía nacional, propiamente dicha; la alianza estratégica para un cambio revolucionario sólo puede basarse en la clase obrera y el campesinado, apoyándose en la pequeña burguesía y en los militares progresistas. Pero, para que esto pudiera ocurrir, en Venezuela tendría que haber un partido comunista revolucionario que, lamentablemente, por ahora no existe.

Aunque no pretendemos dar consejos a nadie, pues nada estaría más lejos de nuestra intención, consideramos que el gobierno venezolano tendría que superar esa especie de “corsé” que le lleva a tratar siempre de respetar la legalidad democrático-burguesa.

No obstante y dada la situación actual, a pesar de todas las vacilaciones, incongruencias y limitaciones ideológicas y políticas del gobierno chavista, y con todas nuestras reservas, apoyamos la lucha del pueblo venezolano  contra a la burguesía reaccionaria y el imperialismo yanqui.

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NOTAS

1.- En las elecciones celebradas en diciembre de 2015, la MUD obtuvo 109 escaños en la Asamblea Nacional (de 167); mientras que el PSUV, logró 55.

2.- Se conoce como “guarimba” al corte de calles o carreteras, por medio de barricadas, realizado por pequeños grupos de gran movilidad, generalmente coordinados y entrenados, que luego desaparecen. En muchas ocasiones, las “guarimbas” dan lugar a incendio s y/o saqueos de comercios, supermercados, locales administrativos, etc. Los guarimberos suelen ir con el rostro cubierto (casco y máscaras antigás), utilizan escudos, tiragomas, cócteles molotov u otro tipo de armas. Muchas veces se colocan a la cabeza de las manifestaciones antigubernamentales y protagonizan enfrentamientos directos con contra-manifestantes chavistas o con la policía.

3.- Ver: Ignacio Ramonet. “Un “golpe lento” en marcha”. Le Monde Diplomatique. Edición española. Febrero 2014.

4.- Ver: Laura Vitriago. Foro contra la Guerra.  

5.- Juan Vicente Gómez gobernó como dictador absoluto de Venezuela, entre 1908 y 1935, en tres periodos diferentes. Su gobierno fue uno de los más rígidos de la historia venezolana. Hizo reformar varias veces la constitución para alargar el período de gobierno y permitir su reelección. Un factor que contribuyó, en gran medida, al mantenimiento de la dictadura de Gómez, fue el apoyo que éste recibió del capital extranjero, especialmente de las compañías petroleras.

6.- Ver: VV. A. “Estado y estructura de clases en la Venezuela contemporánea”. Universidad Central de Venezuela. Taller “Pio Tamayo” de la Escuela de Trabajo Social. Facultad de Ciencia Económicas y Sociales. Caracas, 1984.

7.- Ver: Jürgen Schuldt y Alberto Acosta. “Petróleo, rentismo y enfermedad holandesa”, en la obra de VV. AA. “Extractivismo, política y sociedad”. Centro Andino de Acción Popular (CAAP) y Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES). Quito. Noviembre 2009. Págs. 9 y 10.

8.- Con el nombre de la “enfermedad holandesa” también conocido como el “mal holandés” o el “síndrome holandés”, se hace alusión a los efectos dañinos para la economía de un país provocados por un aumento significativo en los ingresos de divisas (moneda extranjera de aceptación general en las transacciones internacionales) como consecuencia de la exportación de algún recurso natural (petróleo, gas, oro, café, cobre, etc.).

Su nombre, tiene origen en la década de 1960 cuando se produjo el descubrimiento de grandes yacimientos de gas natural en Holanda, por lo que aumentaron considerablemente los ingresos en divisas producto de su exportación. El florín, la moneda holandesa, se apreció (se revalorizó, aumentó de valor con respecto a las monedas de referencia extranjeras) y como consecuencia de ello, se hicieron más baratos los precios de los productos importados que los nacionales y se encareció la exportación de éstos.

En consecuencia, disminuyó la demanda de productos nacionales provocando el cierre de empresas y el aumento del paro en las áreas no relacionadas con el sector económico que provocó la apreciación de la moneda holandesa.

Este fenómeno no es nuevo. Ya lo sufrió la economía española durante el siglo XVI por la llegada de los metales preciosos extraídos de las colonias americanas, y en Australia en la década de los 1850, debido al descubrimiento de importantes yacimientos de oro.

Teniendo en cuenta las características específicas  de los recursos naturales que provocan esta distorsión económica, nos encontramos que el sector que generalmente aporta el mayor porcentaje del ingreso nacional suele emplear una cantidad relativamente baja de trabajadores en su extracción y exportación, por lo que la diferencia de productividades es muy acusado, generando un desequilibrio considerable en la estructura económica del país.

9.- Charles Bettelheim. “Planeación y crecimiento acelerado”. Fondo de Cultura Económica. México 12, D. F. 1965. Pág. 49.

10.- El Arco Minero del Orinoco, conocido oficialmente como “Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco”, es un área rica en recursos minerales de Venezuela que ocupa mayoritariamente el norte del estado Bolívar y en menor proporción el noreste del estado Amazonas, así como parte del estado del Delta Amacuro. Cuenta con importantes reservas de oro, cobre, diamantes, coltan, hierro, bauxita y otros minerales. Abarca un área de 111.846,86 km², es decir alrededor del 12,2 % del territorio venezolano.

Hasta ahora, han sido más de 100 empresas de 37 países, como el Reino Unido, Canadá, Rusia, Sudáfrica, EEUU, China, Australia, las que han manifestado su interés en invertir en esta zona, que tiene una superficie que equivale a tres veces la del territorio de Dinamarca.

11.- Estos programas sociales fueron impulsados por el Servicio Nacional de Misiones a partir de 2003 y aún continúan vigentes, con el gobierno de Nicolás Maduro. También llamados “Misiones Bolivarianas”, comprenden programas y medidas para luchar contra la pobreza y la extrema pobreza, programas de educación y alfabetización, de consultas médicas gratuitas, así como de acceso a créditos subvencionados para la adquisición de viviendas. También comprenden programas culturales, de  tipo científico, políticos, medioambientales, sobre derechos de los indígenas, etc.

12.- Ver: Haiman Troudi. “La Política Económica Bolivariana (PEB) y los dilemas de la transición socialista en Venezuela”. Centro de Estudios Políticos Económicos y Sociales (CEPES). Monte Ávila. Editora Latinoamericana. Caracas 2010. Págs. 49 y 54.

13.- Obra citada. Pág. 55.

14.- Unos privilegios que podrían contribuir al reforzamiento de su papel político y a que un sector de la alta burocracia militar llegue a adquirir unos intereses propios, adoptando un comportamiento similar al que podría tener una clase social, sin realmente serlo. Es lo que podemos llamar un proceso de “autonomización”.